martes, 16 de noviembre de 2010

Sobre el uso de la violencia con fines pacíficos


"El poder estatal adora la violencia: tiene su monopolio. Poco importa el grado de violencia de los manifestantes, el Estado desplegará uno mayor. Esa es la razón por la que desde los años 60, cuando yo hablaba de militantismo a los estudiantes, les aconsejaba no llevar cascos en las manifestaciones. Por cierto, la policía es violenta, pero si llevan un casco, lo será más aún. Si llegaran con un fusil, ellos vendrían con un tanque, si ustedes vinieran con un tanque, ellos llegarían con un B52: es una batalla que forzosamente ustedes van a perder. Cada vez que tomen decisiones tácticas, tienen que hacerse la pregunta: “¿A quién intentamos ayudar?” ¿Pretenden tener la conciencia tranquila? ¿O es que intentan ayudar a la gente, hacer algo por ella? La respuesta conduce a elecciones tácticas diferentes. Supongamos que la cuestión sea la del boicot de la Universidad de Haifa (2). Con ese tipo de acción, le hacen un regalo a los extremistas.
De inmediato dirán, y con razón, que ustedes son unos perfectos hipócritas: “¿Por qué no boicotean la Sorbona, Harvard u Oxford? ¡Sus países están implicados en peores atrocidades! Entonces, ¿por qué boicotear la Universidad de Haifa?” Es pues un regalo que hacen a los extremistas, que podrán desacreditar el contenido ideológico del boicot. Puede permitir tener la conciencia tranquila a los que lo aplican, pero, finalmente, perjudica a los palestinos. Durante la guerra de Vietnam, me chocó que los vietnamitas no apreciaran acciones como la de los Weathermen (3). Se trataba de jóvenes simpáticos, los admiraba, me sentía cerca de ellos. Su manera de oponerse a la guerra consistía en salir a la calle y romper vidrieras. Los vietnamitas se oponían totalmente a esta clase de acciones. Querían sobrevivir: se burlaban de que a estudiantes estadounidenses les gustara ese tipo de cosas. Con bastante rapidez comprendieron que desfilar por las calles con pancartas para romper vidrieras fortalecía la causa de los que deseaban la guerra. Es lo que pasó. La táctica que privilegia la conciencia tranquila del que actúa puede perjudicar a las víctimas. Por el contrario, los vietnamitas admiraban las manifestaciones silenciosas de mujeres que se arrodillaban delante de las tumbas. Para ellos, era el tipo de cosas que debíamos hacer. Sucede lo mismo en la actualidad: si quieren ayudar a los palestinos, reflexionen sobre las consecuencias de la táctica que adopten."

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