martes, 28 de diciembre de 2010

La caridad

Estamos en tiempos de fiestas, recién pasa la Navidad, llega el cambio de año y luego los Reyes Magos. Tiempos donde nace en nosotros el viejo espíritu de DAR. Dar riqueza.

Normalmente sólo pensamos en dar a nuestros familiares o amigos, pero sé que en muchos nace el espíritu "altruista" de dar a desconocidos que lo necesiten. Y esto es justamente la Caridad, un aspecto de la compasión o misericordia de la que hablé en una entrada reciente. Se define como "dar de lo que me sobra a quien le falta".

En el Bhagavad-Gita, mi libro preferido de referencia, Krishna (Dios) declara lo siguiente (18, 5):

"Los actos de sacrificio, caridad y penitencia no se deben abandonar; dichos actos se deben llevar a cabo. En verdad, el sacrificio, la caridad y la penitencia purifican incluso a las grandes almas".

En un capítulo anterior, Krishna explica los diferentes tipos de caridad de acuerdo a los diferentes tipos de fe. No es mi objetivo explicar eso, pero quienes les interese pueden leer el capítulo 17, "las divisiones de la fe".

En cambio, voy a abordar el tema desde otro ángulo. He definido la caridad como dar "lo que me sobra". La caridad, tal como lo declara Krishna, es eterna, simplemente porque en este mundo, siempre habrá algunos a quienes les sobre y otros a quienes les falte. Por lo tanto la caridad es un "deber de compensación", una especie de "impuesto voluntario a la riqueza". Cuántas veces hemos clamado por impuestos proporcionales a los beneficios obtenidos de la actividad comercial. Debemos saberlo: jamás habrá tal cosa. Simplemente, porque obligar a la caridad es lo mismo que negar el libre albedrío. No: la caridad es voluntaria. La vida se trata de tomar decisiones, y atenerse a las consecuencias de dichas decisiones y así aprender.
La caridad es un aspecto del amor, pero sobre todo un aspecto de la renuncia, por ello el capítulo 18 se llama "la perfección de la renunciación" y la pregunta inicial de Arjuna no es acerca de la caridad, sino acerca de la renunciación. De las seis opulencias divinas, fuerza, sabiduría, riqueza, fama, belleza, siempre se nombra al final, la renunciación. Es por lo tanto un atributo divino:  Dios tiene todo el poder (omnipotencia) pero no usa de él constantemente ni caprichosamente, sino lo justo y necesario, eso significa renunciación: justicia.

Por lo tanto la caridad es un aspecto de la justicia, así como del amor (porque la justicia es una forma de amor y el amor una forma de justicia). La caridad es el aspecto práctico, voluntario, que equilibra la balanza de la repartición de los bienes. Por supuesto, todos pueden hacer caridad, porque si no tengo bienes, tengo un refugio para dar, y si no tengo refugio, puedo dar un abrazo, y si no tengo brazos, puedo al menos escuchar y dar un buen consejo, y si no tengo orejas o boca para ello, puedo incluso dar mi vida, la cual siempre tengo, por otro...

Pero de lo que hablamos normalmente como "caridad" es del asunto de la riqueza y la repartición de los bienes. Entonces, aunque Krishna no especifica esto en el Bhagavad-Gita, la caridad es asunto de los ricos. Son justamente quienes manejan las riquezas quienes tienen el sagrado deber de la caridad. Los trabajadores no tienen para dar, y los intelectuales dan su conocimiento, pero carecen de bienes materiales (en la sociedad ideal los intelectuales no deben ser empleados de nadie, ya que toda la sociedad está comandada por ellos). El gobierno, cuya función es proteger y velar porque todos tengan trabajo, tampoco tiene el deber de la caridad. Los "bolsones de alimentos" de los "planes de jefes y jefas de hogar" son no solamente inútiles, sino perniciosos. El gobierno debe no dar caridad. La caridad es el deber de la clase productora: los agrarios, los ganaderos, los comerciantes, los empresarios y los financistas, quienes tienen los bienes en abundancia y aún de sobra.

Es por ello que en otro blog me alegré porque 16 ricos de los más ricos de EE.UU., siguiendo la iniciativa de Bill Gates hace unos años, habían decidido dar caridad. Vi en ello un signo del cambio que se avecina, del regreso al orden natural. Ellos todavía lo hacen de una manera impura, obteniendo el beneficio de la propaganda, pero es un paso en la dirección correcta.

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